MOVI CERÓN 88

MOVI CERÓN 88 _2

1988-1995

 

"CERÓN 88"
-Serie tumbas para querubines ápteros y serie ante el espejo-
1988 - Galería SANTA FÉ DE BOGOTÁ - Bogotá. Colombia


 

 

 

- Octubre 9 MAGAZIN DOMINICAL-EL ESPECTADOR

En la Galería Santa Fe
TRANSFIGURACIONES DE CERÓN

Quien haya seguido la obra de Gilberto Cerón, desde hace diez años cuando la Luís Ángel realizó   la primera muestra individual del artista recién egresado del Taller de David Manzur, hasta hoy, en la Galería Santa Fe, se habrá percatado de su continuidad espiritual, centrada en un mundo de fantaseo sexual, a pesar de la presencia novedosa del lenguaje figurativo al lado de lo abstracto.
La comparación de la erótica de Cerón con la recuperación de lo sexual, nos habla de la distancia que hay entre una concepción primordial de la sexualidad y otra degradada por el consumismo. Ahí están unos paisajes hechos de montañas, auroras, subterráneos con cuerpos despedazados para recordarnos la inconsecuencia de separar el amor de la muerte y el efecto de conectarlo con la productividad. Digo esto para poner en evidencia la inutilidad de buscar en Cerón cualquier interés por investigar el hombre en relación con su contexto histórico. Su tendencia espontánea es la de volver lo particular, general, haciendo de la abstracción su lenguaje. Así, el paso de lo primordial, de lo instintivo, da la medida autentica de este artista.

Por ser el terreno apropiado para un aliento en grande, a Cerón le gusta el gran formato; evita el riesgo del extravió distribuyendo el lienzo en regiones, a partir de las cuales pone en juego la musicalización del color, las posibilidades de la materia, dejando que el azar y el control racional saquen al acrílico o al óleo sus potencialidades. Es un gran colorista que concibe el cuadro como la referencia a una superficie terrestre originada en un corte vertical, efecto que traduce la impresión de la verdad sobre la mentira, del desciframiento sobre el misterio. Todo ello en un plano fantástico.

 
No es vano decir que el cuadro se trabaja, como si quisiera darse a entender que alguien capaz de realizar un esfuerzo cósmico, ha levantado una lápida gigantesca, dejando al descubierto una tierra-madre de criaturas descuartizadas que moran en espacios que el artista llama tumbas. Se sugiere así la determinación del espectador como mirón de los procesos de la génesis y de la putrefacción, espectáculo en gran color de las emociones ligadas a las fases positivas y negativas de la lucha.
Donde hay que buscar la originalidad de Cerón no es en la novedad de la idea, sino en la formulación formal. Donde aparece una forma inexistente, la reflexión acerca del sentido vale la pena acometerla, más aún si alguien insiste en una exploración durante más de diez años. En la pintura de Cerón las pasiones inconscientes se proyectan en las rocas, la tierra, el agua. El recuerdo de los fósiles de Villa de Leyva y de las piedras que el mar de Buenaventura modela, como Hery Moore , nos orienta a comprender el sentido de la obra de este coleccionista de materias trabajadas por la naturaleza. Se sugiere que si alguna vez la humanidad desaparece, la vida emocional de los hombres no regresará a la nada, quedando huellas el paisaje. La pintura de Cerón puede compararse a los registros de la fosilización, memoria indeleble en piedra. Huellas de una rebeldía permanente, evidencias de la negación de la muerte como quietud deseable, de la descomposición y la fascinación ante ella como signo de la derrota, se plantea en un trabajo que postula la posibilidad tanto del triunfo del ser como su disolución. Las incertidumbres del voyerista no las resuelve la apertura de la tierra mediante un corte que se extiende desde las cimas de los Andes hasta las profundidades del magma incandescente; es separado del mundo familiar de las historias para ser conducido a un misterioso alfabeto de signos fósiles, donde no hay otra cosa que la batalla eterna del deseo contra la muerte.

Con una abstracción de línea expresionista cada cuadro es una demostración de las huellas encontradas; como la tierra es sobreabundante, y la cantidad de marcas fósiles también, es oportuno considerar cada trabajo de Cerón no como un objeto aislado, incomunicado e independiente, sino como un capítulo de un texto infinito ya que se trata de un pintor del mundo concebido como mítico, destinado a contar el suceso primordial en todas las maneras posibles, hasta la muerte de lo físico o de la inspiración.

CARLOS MARÍA RAMÍREZ AISSA

 

 

“SUSPENSIÓN DE LA DUDA ”
-Libro de poemas-

OPEN BOOK

 

-1995, prólogo a una lectura realizada por Gilberto Cerón de su libro,
en su taller en Bogotá. Colombia

 

Al leer el título del libro de Gilberto Cerón, por supuesto que nos ronda la serpiente en el aire que es toda interrogación. Dudamos si se trata de la duda como fuente de una certeza interrogante, de la duda como ese territorio anfibio que hay en la poesía y por supuesto, en el sueño. No solo en su primer poema, que nos habla de la vida que golpea los roídos cimientos, no solo desde el bello epígrafe de un gran dudador, Jorge Luís Borges, donde señala “una fuerte apariencia de veracidad capaz de producir una momentánea suspensión de la duda”, la poética de Cerón nos abre una fisura en lo que llamaríamos como “realidad real”, valga la tautología, nos abre un muro para entregarnos su hendidura, lo que se oculta tras de él.
 
Ese muro a veces es el lenguaje, a veces lo que envuelve la lejanía o lo que nos trae el devenir. Así nos dice en uno de sus más ascéticos poemas: “Detrás de los pasos/ la huella futura que dejamos”. Se trata, ni más ni menos que de una repulsa a lo real objetivo, al trasunto naturalista de su arte poético.
 
Sus versos parecen recordar lo señalado por Max Jacob: “ !La invención! Lo que salva el arte es la invención. No hay creación sino donde hay invención. Cada arte tiene sus invenciones. La idea de un bemol o de un sostenido en un lugar en el que no se le esperaba es una invención. Una imagen nueva (cosa nada frecuente) puede ser una invención. Un color imprevisto puesto en su lugar. Una proporción nueva en la dimensión de una obra. Pero la verdadera invención viene de una conflagración de pensamientos o de sentimientos”.
 
Algo que a mi entender hay en este libro de Gilberto Cerón, SUSPENSIÓN DE LA DUDA. Epifanía de pensamientos y agonía de ellos, pálpitos que se tornan sentimientos, palabras que bordean el límite de la realidad, hay en sus poemas. Y sus temas, el erotismo, la naturaleza que es erotismo en expansión, la yunta de elementos amorosos y naturales: “Desde que la luna se separó de la tierra/ desde ese preciso instante/ giro devoto alrededor de su cuerpo”.
 
Otra cosa es el despojo de su palabra. Y otra más los poemas que son admonitorios, con un sesgo de los signos de los libros proféticos, del juego de augur: “La aguja ha pinchado los ojos del sastre/ La peste caerá sobre todos los de su casa ./ La cabeza de la quimera rueda entre las piedras”.
 
Palabras como heridas, como heridas que son dudas, como dudas que aumentan el número de espejos donde se distorsiona la realidad.
 

Y si el hábitat de todo poeta es la palabra, qué mejor que esta doble habitación para oír los poemas de Gilberto: La de su voz, la de su casa.

JUAN MANUEL ROCA

-Bogotá Abril 18/95-

Revista Arquitrave